Camellos y flores


Un camello o dromedario
(escribe una mosca en su diario),
tan rápido corría
que yo apenas podía
contarle las jorobas,
corre que corre
levantando polvoreda en el Sahara
desde hacía kilómetros buscaba
un baño ¡una carpa de su tamaño!

Sin tener arbolitos
a la vista...
el camello pudoroso
pasó como un camión
entre arqueólogos y turistas,
convirtiendo en inodoro
un invaluable tesoro,
la tumba de Tutankamón.

Durante horas escuchamos
angustiados
el susurro de alivio
enchastrando la pirámide
por entera,
pero a medida que el charquito
se filtraba en la arena
todos tuvimos una gran sorpresa:
brotaron flores,
hermosas enredaderas.
Brotó una pequeña primavera
en el desierto.

Turistas y arqueólogos,
momias y todos los muertos
que despertaban
de larga siesta
bostezando putrefactos
vapores ¡bailaban
cantando entre las flores!

¡todo era una fiesta!
(anota la mosca en su diario)
la desventura con final feliz
en que un camello o dromedario
hizo pis,
y en las pirámides
brotó una floresta.


Copérnico Carayá

Más raro que un rinoceronte andino
es el mono citadino
Copérnico,
el único mono con vértigo
en todo el zoológico.
Un veterinario
que antes 
había sido comisario,
por sacarle el vértigo
a Copérnico, lo obliga
a subirse a una silla
que está arriba de una silla
mil, dos mil, tres mil veces al día.
Es su peor pesadilla
y no encuentra salida
a su quieta 
pero vertiginosa vida.
Como a nadie entretenía
en el zoológico
porque quieto ahí se estaba
hasta que anochecía,
fue echado a la suerte
en el monte chaqueño.
Recién allá supo que su apellido 
es Carayá y que la cola
también es una mano.
Las noches se le van 
jugando con sus hermanos.

Si lo quieren visitar
vayan hasta el Chaco
y pregunten por la familia
de los macacos
que se llama Carayá.
Ellos los llevarán mejor que nadie,
por los imaginarios caminos del aire.

Vuelo Primavera


una cucaracha elegante
nacida en plaza francia
a la fragancia de jazmines
y madreselvas…
pasea presumida
su coquetería,
saboreando semillitas
de mandarina.
Cansada de tanta elegancia
bostezaba aburrida
desde su latita escondida
bajo un banco de la plaza
y en ese instante
pasó: la  primavera
y pasó también: un cienpiés linyera.

Se saludaron primaveralmente,
y en pocos segundos
el patimuchos ¡le habló de medio mundo! 
de ratones vagabundos
de lechuzas infernales
de viajes en palito
por cloacas hasta el mar.
le contó desventuras
de pájaros prisioneros,
y poemas escritos
por perros andariegos
dedicados al viajar.

Contando y contando
ya no supieron cuando

la plaza se les hizo viento,
y si lo que digo es puro cuento,
que lo decida quien quiera,

pero vean amigos: ahí va
una cucaracha
y un cienpiés linyera,
volando la primavera,
entre flores de lapacho,
sobre un pompón
que soltó el palo borracho.